Se define como aquella patología dermatológica con lesiones provocadas por el propio paciente en estado consciente o bien disociativo. Los métodos empleados son tan variados que no hace falta mencionarlos. El paciente se enfrenta a varios estresores de la vida diaria que a menudo actúan como desencadenantes de esta patología, concretamente se han descrito entre el 19 y el 33% de los pacientes.
La ansiedad y la inmadurez como resultado del estrés se encuentran frecuentemente en niños y adolescentes, mientras que la mayoría de los pacientes adultos padecen trastornos de personalidad. También es habitual la aparición de depresiones, así como la carencia de control del impulso. Por otro lado, las relaciones con el entorno son muy dependientes. La morfología clínica es muy variada, pueden varias formas (angulada, geométrica, circular...). El amplio abanico de síntomas que presentan estos pacientes hace que el diagnóstico y el tratamiento sea dificultoso. El tratamiento dermatológico tendría que ser exclusivamente simptomático. Tenemos que programar visitas breves y frecuentes puesto que un contacto regular con el médico puede favorecer la confianza para derivar el paciente al psiquiatra.
Es un trastorno propio de la infancia, con predominio del sexo femenino (relación de 1 a 5). Es la única patología del grupo de las dermatosis impulsivas reconocida al DSM-IV y se caracteriza por el hábito de arrancarse el pelo. Normalmente se trata del cabello del cuero piloso pero también puede afectar las cejas, las pestañas y el vello del pubis. Son placas alopécicas con bordes irregulares, normalmente únicas, grandes y con pelos de diferentes medidas que se notan a la palapción suave. No está muy claro cuales son las condiciones específicas causantes de esta respuesta inadaptada a acontecimientos o situaciones que comportan presión. El pronóstico de este trastorno es favorable si sabemos reconducir junto con los padres y su entorno la conducta del niño.
El trastorno dismorfofóbico corporal consiste en la preocupación por un defecto físico imaginario . Es un trastorno frecuente en consultas de dermatología estética y a menudo puede representar más del 25% de estas visitas. La comorbididad más habitual es la depresión mayor. Con respecto a la evolución y el tratamiento son muy difíciles tanto por la cirugía plástica, como por el tratamiento dermatológico y/o psiquiátrico.
Es un trastorno en el que los pacientes tienen la creencia de estar infectados de parásitos cutáneos, pero las pruebas objetivas no confirman este pensamiento. No se dispone de datos fiables referentes a su incidencia. Es frecuente su asociación a varios trastornos físicos como diabetes, insuficiencia renal, hepatitis, déficit de vitamina B12, esclerosis múltiple o lepra. El síntoma principal es la sensación de tener bichos paseándose por la piel. El prurito es intenso y a menudo los pacientes desarrollan insomnio crónico. El tratamiento de elección son los neurolépticos.
El paciente con excoriación se siente impulsado a rascar su piel de manera compulsiva y perpetuar un círculo "prurito-rascado". Su personalidad es característica: son perfeccionistas y pueden presentar comorbididatd psicopatológica con un trastorno obsesivo-compulsivo o bien un trastorno del impulso. Las lesiones se observan en zonas donde los pacientes pueden llegar con facilidad. La actividad acontece normalmente al atardecer o cuando el paciente está inadvertido. El fracaso por no poder controlar la actividad disminuye más su autoestima. Brocq el 1898 describió “l’acne excorieé de jeunes filles”, donde las jóvenes adolescentes arañan y manipulan las lesiones de acné. Es una forma muy frecuente en chicas con labilidad psicovegetativa. El prurito es intenso y la patología puede durar muchos años. El tratamiento sintomático resuelve finalmente el cuadro.
El diagnóstico clínico se basa en tres estructuras típicas: liquenificación a la parte central de la placa, pápulas de color rojo-gris alrededor e hiperpigmentación periférica en todo el entorno a la placa. La liquenificación es una respuesta especial como consecuencia de un rascado continuado en personas con prurito severo. Este rascado es una reacción conductual común al estrés. Es la patología dermatológica más relacionada con la ansiedad. Son pacientes con un perfil obsesivo-compulsivo que obtienen gratificación con el rascado. La cura oclusiva durante pocos días con corticoides de alta potencia resuelve muy favorablemente esta patología.
La vulvodinia fue definida inicialmente como una molestia vulvar crónica, caracterizada por la sensación de ardor, dolor, punzadas y/o irritación. Actualmente el término vulvodinia es aplicado a aquellas pacientes que sufren dolor o ardor de forma crónica durante 3 meses como mínimo, y que no tienen ninguna lesión visible que explique estos síntomas. Se han observado dos tipos de vulvodinia: la Disestésica, que afecta a mujeres de edad adelantada y los síntomas se localizan en el introito vaginal extendiéndose, a veces, hacia los labios mayores y menores, y también hacia la zona anal; y la Vestibulitis Vulvar, que afecta a mujeres jóvenes y se caracteriza por la dispareunia, el aumento de la sensibilidad vulvar y envejecimiento de la zona. En la unidad de Psicodermatología hemos llevado a cabo un estudio con 160 pacientes diagnosticadas de vulvodinia, evaluando las características clínicas y los aspectos psicopatológicos asociados a esta enfermedad, así como la respuesta al tratamiento antidepresivo con resolución de sintomatología de más del 75% de las pacientes.
El paciente refiere sensación de ardor, inflamación, hormigueo a la legua y/o dificultad por tragar. Puede haber afectación de toda la mucosa jugal. Esta sintomatología puede aparecer después de una manipulación bucal con diferentes tipos de anestésicos y metales. Se debe considerar la alergia por contacto a estos diferentes metales. Aun así, debemos descartar una hiperglucemia, la enfermedad de Sjögren y el déficit de Vit B12 y de ácido fólico. Asimismo suele asociarse a trastornos psicológicos y psíquicos, siendo los más frecuentes la ansiedad, la depresión y la cancerofobia.
Es fundamental que a todos los pacientes afectos de prurito les descartemos cualquier causa orgánica antes de poner la etiqueta de "psicógeno". También la biopsia puede ser útil, y aunque sea sugestiva de etiología no orgánica no se puede descartar esta premisa. De todos modos, todas las formas de prurito pueden ser modificadas por el estrés emocional. Es importante hidratar muy bien la piel e intentar no utilizar corticoides tópicos. Los antihistamínicos y los antidepresivos han sido los tratamientos utilizados tradicionalmente puesto que mejoran mucho la sintomatología.
Muchos de los trastornos dermatológicos pueden empeorar en contextos de estrés psicosocial. Además, los factores psiquiátricos también pueden incrementar el nivel de estrés que percibe el paciente. Debido al impacto que genera la afectación dermatológica sobre la calidad de vida del paciente, resulta importante tener en cuenta los factores psicosociales.
La psoriasis es una de las dermopatías más reactivas al estrés. La clasificación de la gravedad de esta patología correlaciona directamente con los niveles de depresión, estrés y ansiedad. El síntoma específico de la psoriasis que se relaciona de manera directa con la depresión es el prurito. La patología psicológica subyacente puede incrementar la morbilidad dermatológica de la psoriasis. Del mismo modo, hay características de personalidad que también pueden relacionarse con una aparición precoz de la psoriasis, y a la vez aumentar la reactividad ante el estrés.
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Delante de estos datos, el Servicio de Dermatología y de Psiquiatría del Hospital del Mar, inició un proyecto de investigación para aprofundir en la influencia que tienen las variables psíquicas en la evolución de la psoriasis. Desde julio de 2005 y hasta la actualidad, hemos realizado un estudio con el objetivo de conocer el papel de los síntomas psicológicos (ansiedad, depresión y estrés) en los pacientes psoriáticos, así como también, para recoger el impacto que genera la enfermedad en la calidad de vida de los sujetos.
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Generalmente, los brotes se desencadenan ante acontecimientos puntuales de la vida de los sujetos que son fuente de ansiedad o estrés (por ejemplo, antes de un examen final, en un divorcio, durante enfermedades de un familiar...).
Las sustancias irritantes, el clima, la piel deshidratada, el sudor, las infecciones por estafilococo y el contacto con la lana son factores que, del mismo modo que el prurito, contribuyen a empeorar la dermatitis atópica. Se aceptan la influencia de las variables psicológicas en el incremento de la gravedad de este trastorno y en su cronicidad. El círculo vicioso prurito-rascado inquieta el niño y altera la familia, creando de esta manera conflictos relacionales. En referencia a la dermatitis atópica, el estrés también se ha asociado a su desarrollo en un 70% de los casos. El estrés vinculado a la enfermedad y a la familia y las relaciones interpersonales configuran importantes predictores de la gravedad de los síntomas.
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A pesar de la importancia etiológica de una predisposición genética y/o determinados factores autoinmunes asociados, no podemos olvidar el papel de las variables emocionales en el desarrollo de la alopecia areata. Actualmente es evidente la relación del estrés y la patología autoinmune. Por otra parte, en un estudio de pacientes con alopecia areata, en torno al 20% experimentaban más estrés antes del desarrollo y/o exacerbación de la enfermedad, aunque los resultados no fueron significativos. La incidencia de patologías psiquiátricas entre los pacientes de alopècia areata se sitúa entre el 33 y el 93%.
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Hay varios factores que favorecen la formación del acné. Los factores hormonales son decisivos en la aparición del acné pero la ansiedad y el enojo son factores destacables; aún así, a través del tratamiento contra el acneé se ha observado una mejora general del sido mental de los pacientes. El acné presenta más relevancia en los pacientes con trastorno dismórfico.
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