Es de una gran importancia hacer un buen interrogatorio y exploración física, incluyendo ésta un examen clínico lo más completo posible. En no pocas ocasiones la anamnesis nos orientará con bastante seguridad a la causa etiológica del problema en cuestión.
Hábitos tóxicos, enfermedades sistémicas como tuberculosis, intervenciones sobre la piel de cara o cuero cabelludo, viajes, contacto con animales, enfermedades de transmisión sexual.
Se puede considerar que una masa de más de dos semanas de evolución en un adulto es una neoplasia mientras no se demuestre lo contrario.
Las adenopatías inflamatorias tienen una instauración brusca y posteriormente el tamaño va decreciendo. Las adenopatías neoplásicas tienen un crecimiento lento y progresivo.
La coincidencia con un proceso infeccioso de vías aerodigestivas superiores, así como patología dentaria, hablan a favor de etiología inflamatoria/infecciosa. Sin embargo, la no respuesta a antibióticos-antiinflamatorios en dos o tres semanas nos deben poner alerta ante una posible neoplasia.
Síntomas generales como fiebre, astenia, anorexia y pérdida de peso pueden ser sugestivos de linfoma.
Debe ser rigurosa y sistemática.
Se realiza con el paciente sentado y el explorador detrás. Veremos la localización, número y características de las adenopatías o de la masa cervical. Las adenopatías inflamatorias son rojas, calientes, elásticas, móviles, bien delimitadas y dolorosas a la palpación. Por el contrario, las neoplásicas son duras, mal delimitadas e indoloras.
Se hará una detallada exploración de la cavidad oral, rino, oro e hipofaringe, laringe y fosas nasales, sin olvidar la otoscopia. También se explorará piel, cuero cabelludo.
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