La psoriasis es una enfermedad crónica de la piel, no contagiosa, que afecta al 1.5% de la población general. Puede aparecer a cualquier edad, desde al poco del nacimiento hasta etapas finales de la vida, pero lo más frecuente es que afecte entre los 20 y los 50 años. Generalmente, la psoriasis presenta una afectación leve y limitada (70%), pero hasta un 20% de los pacientes presentan una afectación moderada y un 10% una afectación grave.
La causa de la psoriasis es poco conocida. Se cree que es una enfermedad multifactorial que afecta a individuos con una predisposición genética y se desencadenada o agudiza por diferentes factores ambientales. Esto significa que la psoriasis está determinada genéticamente, a través de varios genes, y según esta afectación genética, el individuo tendrá una predisposición más o menos marcada por presentar psoriasis. Esta predisposición viene moldeada por diferentes factores ambientales que contribuirán a desencadenar brotes de psoriasis: las infecciones (amigdalitis), el estrés emocional, ciertos medicamentos, los traumatismos y el alcohol.
Dado que es una enfermedad genética, existe una cierta agregación familiar; es decir, hay más riesgo de presentar psoriasis si uno de los padres está afectado de la enfermedad, y todavía más riesgo si los dos padres tienen psoriasis. De todos modos, no se puede saber del cierto, ni calcular el riesgo de tener un hijo con psoriasis.
La psoriasis cutánea se caracteriza por la aparición de unas placas rojizas con descamación blanca más o menos gruesa, que pueden aparecer en cualquier área del cuerpo. Las localizaciones más frecuentes son los codos, las rodillas, y el cuero cabelludo. A veces, algunas localizaciones predominan por encima de las otras: entonces hablamos de psoriasis en pliegues o invertida, psoriasis ungular, psoriasis palmo-plantar o psoriasis del cuero cabelludo. Existe una forma de la psoriasis denominada “en gotas” o psoriasis guttata, que se caracteriza por la aparición de pequeñas placas principalmente por el tronco y también por extremidades, habitualmente en gente joven, después de una amigdalitis.
Ocasionalmente, la psoriasis puede presentar pústulas (granos de pus no infectados) sobre las placas rojizas, de forma generalizada o localizada (palmo-plantar). Estas pústulas se secan y desaparecen, y vuelven a salir en brotes siguientes. Excepcionalmente, la psoriasis puede afectar más del 90% de la superficie corporal y acompañarse de malestar general, fiebre y alteraciones analíticas. Se trata d’una psoriasis eritrodérmica y es una forma grave que hace falta hospitalizar por tratar.
Alrededor de un 10% de las psoriasis cutáneas tienen afectación articular (artritis psoriásica). Pueden existir artritis que aparezcan antes de la psoriasis cutánea o que nunca se acompañen de lesiones en la piel. Se caracteriza por dolor o inflamación de una o más articulaciones, principalmente muñecas, rodillas, tobillos y/o pequeñas articulaciones distales de los dedos de las manos y pies. También puede aparecer un agrandamiento de todo el dedo de la mano o del pie ("dedo en salsicha").
Recientemente se ha descrito un aumento de frecuencia de obesidad, diabetes del adulto, hipertensión arterial, hipercolesterolemia y hipertrigliceridemia, consumo de alcohol y tabaquismo, así como un aumento de la mortalidad cardiovascular en los pacientes con psoriasis cutánea.
La psoriasis cutánea se diagnostica clínicamente, es decir, sólo viéndola. En casos de duda con otras enfermedades de la piel puede ser necesaria una biopsia cutánea para confirmar el diagnóstico. Algunas veces podemos realizar cultivos de frotis para estudiar una posible relación con una infección.
Existen unas escaleras por valorar la gravedad de la psoriasis, como la afectación de la superficie corporal (BSA) y el índice de gravedad y afectación de la psoriasis (PASI). Ocasionalmente también utilizamos escaleras de calidad de vida, como el DLQI, para valorar cómo afecta la psoriasis en la vida cotidiana del paciente.
Existen diferentes tratamientos contra la psoriasis que hacen desaparecer las lesiones psoriásicas pero no curan definitivamente la enfermedad. Esto significa que en aquellos casos de evolución crónica, al dejar el tratamiento, la psoriasis volverá a desarrollarse.
Medidas generales: Se ha comprobado que perder peso (en los casos con sobrepeso) y abandonar la ingesta de alcohol y tabaco mejora la psoriasis cutánea. También se recomienda tomar el sol (con moderación y sin quemarse). Tratamiento tópico: Los tratamientos tópicos son el tratamiento de elección en formas localizadas y poco extensas de la psoriasis. Son los tratamientos que presentan menos efectos secundarios, pero son incómodos y requieren el uso continuado. Existen diferentes tipos de tratamientos. Los más utilizados y más eficaces *son los corticoides tópicos, que existen en diferentes potencias y presentaciones, escogiéndose la más adecuada para cada zona y forma de la psoriasis. No se deben utilizar de forma continuada para evitar la atrofia cutánea y la aparición de estrías. También se utilizan análogos de la vitamina D, *retinoides tópicos, derivados del alquitrán o *brea, inmunomoduladores tópicos, emolientes (hidratantes) y queratolíticos (que ayudan a descamar). Se pueden utilizar de forma conjunta, rotatoria o secuencial, para potenciar la eficacia y evitar los efectos secundarios.
Fototerapia: El uso de radiación ultravioleta B (UVB) o A (UVA) con la combinación de los psoralenos, un potenciador de la radiación (PUVA), está indicado en psoriasis extensas o en ciertas localizaciones (palmas y/o plantas) que no han dado respuesta a los tratamientos tópicos. Como inconvenientes, es un tratamiento que requiere disponibilidad del paciente, puesto que son necesarias habitualmente unas 3 sesiones a la semana. Además, a largo plazo acentúa el fotoenvejecimiento y aumenta el riesgo de cáncer de piel.
Tratamiento sistémico: Los tratamientos sistémicos están indicados en psoriasis extensas o graves. Son fármacos eficaces pero pueden tener efectos secundarios importantes, hecho que obliga a hacer controles frecuentes de análisis de sangre. La ciclosporina es un fármaco muy eficaz, de acción rápida, pero que puede provocar rebotes importantes de la psoriasis al dejar el tratamiento, obligando a disminuir la dosis lentamente. Requiere control de la presión arterial y de la función del riñón. Por su potencial riesgo de afectación renal, se recomienda utilizarla en ciclos cortos de 3-4 meses. El metotrexato es un fármaco que tarda en actuar algo más que la ciclosporina pero que consigue blanquear la *psoriasi durante más tiempo. Obliga a controles de la función hepática y no se aconseja superar una dosis total máxima por el riesgo de daño hepático a argo plazo. La acitretina es un fármaco menos eficaz pero que puede ser muy útil en un subgrupo de pacientes, especialmente en combinación con la fototerapia. Requiere controles de los triglicéridos y del colesterol y acostumbra a secar mucho la piel y las mucosas (labios). Es un fármaco que puede producir malformaciones del feto en mujeres embarazadas hasta los 2 años después de tomarlo, por lo cual no se recomienda en mujeres en edad fértil.
Tratamientos biológicos: Los tratamientos biológicos (efalizumab, etanercept, infliximab, adalimumab) son fármacos nuevos que han aparecido en los últimos años. Están indicados en psoriasis graves que no han dado respuesta, han presentado algún efecto secundario o tienen contraindicados los tratamientos sistémicos tradicionales.
La psoriasi es una enfermedad habitualmente de curso crónico. Cada paciente sigue su propio curso, que es completamente imprevisible. Hay pacientes que presentan una psoriasis crónica, con pocos cambios de extensión e intensidad, mientras que otras presentan una psoriasis inestable, con una afectación constante más o menos extensa, a la cual se suman brotes de intensidad variable. Existen formas agudas que suelen remitir con el tratamiento, como la psoriasis guttata, y otras de crónicas más rebeldes, como la psoriasis ungular. Por otro lado, algunas formas pueden ser incapacitantes, como la afectación palmo-plantar con fisuración.
La psoriasis es una enfermedad benigna que no conlleva riesgo vital, pero que puede afectar gravemente la calidad de vida de los pacientes, desencadenándolos secuelas psicológicas y ocasionalement comportando aislamiento social por miedo al rechazo.
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