El liquen llano es una enfermedad inflamatoria que puede afectar la piel, las mucosas (oral, genital), las uñas y el pelo. En el siglo XIX se le atribuyó el nombre de liquen llano en referencia al parecido que pueden presentar las lesiones cutáneas con los líquens que crecen en los troncos de los árboles. No obstando, este nombre no se debe confundir, puesto que esta enfermedad no tiene ninguna relación con una infección cutánea por hongos o por otros agentes infecciosos. El liquen llano es un proceso relativamente frecuente, que puede afectar hasta un 1% de la población.
La causa del liquen llano es desconocida. Los estudios de las lesiones de enfermos con liquen llano demuestra la presencia de linfócitos T (células del sistema inmune) que atacan las células de la capa basal de la epidermis (capa superficial de la piel). Esta agresión del sistema inmunológico da lugar a la aparición de lesiones inflamatorias (rojas o violacias, pruriginosas).
Los factores psicológicos pueden ser importantes en muchos enfermos, que relacionan brotes de su enfermedad coincidiendo con episodios de ansiedad o estrés. Algunos medicamentos pueden dar lugar a lesiones de liquen llano, idénticas a las de un liquen llano idiopático (de causa desconocida). Por otra parte, las lesiones de liquen llano pueden aparecer sobre zonas del cuerpo que han sufrido un traumatism o bien sobre cicatrices, hecho conocido como fenómeno de Köebner. Este fenómeno no es exclusivo del liquen llano y también lo podemos encontrar en otras enfermedades cutáneas.
En algunos enfermos se ha observado el desarrollo de esta enfermedad (especialmente en las formas con afectación mucosa y erosiva[ulcerada] aislada) dentro del contexto de una infección por los virus causantes de la hepatitis B o C. En estos casos, el virus no es causante directo de las lesiones del liquen llano y es probable que sea un trastorno en el sistema inmune producido por estos virus que facilite el desarrollo de las lesiones mucosas de liquen llano.
El liquen llano clásico se caracteriza por la aparición de pápulas (pequeñas elevaciones de la piel) allanadas de 2 a 5mm de diámetro, de color viola, aisladas o agrupadas formando lesiones de medida más grande (placas). En su superficie pueden observarse unas líneas blanquinosas (en red) conocidas como estrías de Wickham. Las lesiones con frecuencia se distribuyen simétricamente.
El liquen llano puede afectar cualquier localización de la superficie cutánea, si bien las zonas dónde se observa con más frecuencia son la cara anterior de las muñecas, los tobillos, los genitales y las extremidades inferiores. Después de un periodo variable de actividad, las lesiones suelen resolverse dejando una hiperpigmentación residual, más marcada en pacientes de piel oscura, que puede tardar meses o años en desaparecer. En algunos casos, la pigmentación residual puede ser permanente.
Cada una de estas variantes de liquen llano puede encontrarse aislada en un enfermo como única manifestación del liquen llano o bien combinarse entre sí y con las manifestaciones clásicas de liquen llano descritas en el apartado anterior.
El liquen llano suele presentarse en forma de brotes de las lesiones cutáneas o mucosas descritas. Un enfermo puede presentar un o varios brotes durante un periodo variable que va desde meses hasta varios años. Después de este periodo de actividad, la enfermedad tiene tendencia a desaparecer.
Cuando las manifestaciones del liquen llano son típicas, un dermatólogo experimentado puede hacer el diagnóstico basándose en el interrogatorio y en la exploración física. Cuando la evolución o los hallazgos físicos no son las clásicas, se puede recurrir al estudio histopatológico (biopsia cutánea), que da el diagnóstico definitivo.
Cuando se confirma el diagnóstico de liquen llano, es probable que su médico le solicite análisis de sangre que incluyan serología del virus del hepatitis B y C o de otras determinaciones según la simptomatología que usted presente, fármacos que esté tomando o historia clínica previa.
El tratamiento del liquen llano depende de su extensión, simptomatología que produzca y localización del proceso. Cuando el proceso es localizado, se utilizan los corticoides tópicos en crema, pomada o en otras bases en función de la localización del proceso. Se pueden utilizar combinaciones con derivados de la vitamina A tópicos o añadir tratamiento con antihistamínicos orales para disminuir el prurito en caso de que exista.
Cuando el proceso es generalizado o no responde a tratamiento tópico, es útil la utilización del tratamiento sistémico. Entre los fármacos de elección se encuentran los corticoides orales y los derivados de la vitamina A orales (retinoides orales). También es útil la combinación de rayos UVA con fotosensibilitzantes orales (PUVA). En función de la evolución de su enfermedad, su dermatólogo le puede prescribir otros tratamientos menos utilizados pero que pueden ser útiles individualizando cada caso.
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