Episodios psicóticos iniciales

¿Qué podemos hacer ante un nuevo episodio?

Esperar a que se resuelvan los síntomas con el paso del tiempo no suele ser una buena opción. De hecho, esta decisión, que a veces se puede tomar por miedo a que nuestro familiar se enfade o por la idea de que puede resultar traumático acudir a urgencias, suele complicar las cosas. A medida que pasa el tiempo, aparecen más síntomas y éstos adquieren mayor gravedad.

Realizar un tratamiento precoz es muy importante en todas de fases de la enfermedad. Así, en caso de que reaparezcan los síntomas, se debe contactar inmediatamente con el psiquiatra, que tomará las medidas necesarias para obtener la mejora más rápida posible y evitar así los daños derivados de la descompensación.

En la visita, el psiquiatra podrá creer oportuno que el paciente reciba el tratamiento en el domicilio, atendido por su familia o sus personas cercanas, a fin de reducir la angustia y la confusión que se producen durante la fase aguda de la enfermedad. En otros casos, valorará que es más conveniente que el paciente pase un tiempo hospitalizado antes de reanudar el tratamiento ambulatorio. En ocasiones, será la propia persona afectada quien pedirá el ingreso hospitalario para poder descansar y sentirse protegida.

En la actualidad, la hospitalización está reservada a aquellas situaciones en las que existe un riesgo de que el paciente se haga daño o pueda hacerlo a las personas que le rodean. Por ejemplo, si existe un fuerte impulso suicida, la hospitalización permite garantizar la seguridad del paciente hasta que esté más recuperado. En algunos casos, el ingreso se realizará de forma involuntaria al menos en un principio, es decir, sin el consentimiento de la persona afectada. En todos los casos, el objetivo del ingreso siempre será retomar el tratamiento ambulatorio tan pronto como sea posible.

En resumen, ante la reaparición de síntomas, es importante procurar que la persona afectada obtenga ayuda tan pronto como sea posible. Con un tratamiento precoz se conseguirá reducir la duración del episodio psicótico y, en consecuencia, las repercusiones negativas que puede tener en la vida del paciente el hecho de permanecer un tiempo más largo alejado de las obligaciones y actividades del día a día.