La psicosis afecta a cada persona de forma diferente y, además, durante las etapas iniciales no siempre es posible poner un nombre o una etiqueta a la enfermedad. Sin embargo, cuando una persona sufre una psicosis, se suele diagnosticar de una enfermedad psicótica específica, aunque sea de forma provisional hasta poder afinar más el diagnóstico. «Diagnosticar» significa determinar la naturaleza de una enfermedad basándose en los síntomas que presenta, los factores que han provocado su aparición y el tiempo que duran. En el caso de un primer episodio psicótico, resulta especialmente difícil determinar con exactitud el tipo de psicosis, esencialmente porque en muchos casos se desconocen en gran medida los factores que la han provocado. Aún así, conviene estar familiarizado con algunos de los términos que se suelen utilizar en el diagnóstico de los diferentes tipos de psicosis.
El consumo de drogas o alcohol, o bien la abstinencia repentina tras un consumo prolongado, puede provocar la aparición de síntomas psicóticos. En algunos casos, los síntomas se resuelven rápidamente al desaparecer los efectos de la droga, mientras que en otros la enfermedad puede persistir a pesar de suspender el consumo.
En ocasiones, los síntomas psicóticos aparecen de forma súbita en respuesta a una situación de mucha tensión, como puede ser un cambio importante en las circunstancias personales o la muerte de un familiar. Aunque los síntomas pueden ser muy intensos, la recuperación se produce en pocos días.
El síntoma principal son los delirios, es decir, es la firme creencia en cosas que no son ciertas.
A veces, los síntomas psicóticos son consecuencia de lesiones o enfermedades orgánicas como traumatismos, infecciones o tumores. Habitualmente se presentan junto con otros síntomas específicos de tipo neurológico.
El término esquizofrenia se utiliza para hacer referencia a aquellos trastornos psicóticos en los que los síntomas persisten durante un período no inferior a seis meses. La duración y la intensidad de estos varían según el caso y, al contrario de lo que se suele creer, muchas personas diagnosticadas de esquizofrenia llevan una vida normal.
Únicamente se distingue de la esquizofrenia en que los síntomas persisten menos de seis meses.
En estos casos, la psicosis es la punta del iceberg de una alteración del estado de ánimo más generalizada que se caracteriza por la alternancia de episodios de euforia y excitación (manía) y otros de desánimo e inhibición (depresión). En caso de presentar síntomas psicóticos, éstos suelen estar relacionados con el estado de ánimo. Así, en un episodio depresivo, el enfermo puede escuchar voces que le dicen que se suicide mientras que, en un episodio maníaco, puede creerse un ser con cualidades excepcionales capaz de realizar grandes proezas.
Este diagnóstico corresponde a la presencia simultánea o consecutiva de síntomas de un trastorno del estado de ánimo (tales como la depresión o la manía) y de psicosis. Es decir, el cuadro clínico no es típico de un trastorno afectivo ni de la esquizofrenia.
Consiste en una depresión aguda combinada con síntomas psicóticos, sin que en ningún momento de la enfermedad lleguen a aparecer síntomas maníacos.
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