Alteraciones urinarias

Las alteraciones urinarias son numerosas y variadas. Como hemos comentado, no tienen por qué ser debidas al cáncer de próstata. Algunas son presentes en el crecimiento benigno de la próstata i otras pueden ser secuelas de algunos de los tratamientos que requiere la enfermedad.  Podrá experimentar una sola de ellas o bien varias a la vez.
 

Las más importantes, por su frecuencia, son las siguientes:

  • Urgencia miccional. Es la aparición repentina de un deseo de orinar intenso difícil de controlar. En muchas ocasiones se acompaña de una pérdida involuntaria de orina, lo que se conoce como incontinencia urinaria de urgencia (IUU).
  • Polaquiuria y / o nocturia. La polaquiuria es el aumento del número de micciones durante el día; es decir, el tiempo que pasa entre una micción y otra se acorta. Si esta situación tiene lugar durante la noche toma el nombre de nocturia.
  • Disuria. Es una sensación de malestar e incomodidad al orinar. El escozor y la dificultad para expulsar la orina hacen que la micción sea dolorosa.
  • Retraso y / o micción entrecortada. Junto al retraso en el inicio de la micción puede observarse una disminución de la fuerza y ​​del espesor del chorro de orina, o bien intermitencia (micción entrecortada). Se acompaña de sensación de vaciado incompleto o residuo postmiccional, goteo terminal y / o micción en dos tiempos.
  • Retención aguda de orina (RAO). La dificultad para orinar es completa debido a causas obstructivas. Ocurre de forma repentina e inesperada y es necesario acudir a un centro médico para resolverla lo antes posible de la manera más adecuada.
  • Hematuria. Es la presencia de sangre en la orina.
  • Incontinencia urinaria de esfuerzo (IUE). Suele pasar durante los primeros días después de la operación y consiste en la pérdida de orina cuando aumenta la presión en el abdomen al toser o reír, por ejemplo.
  • Incontinencia urinaria mixta (IUM). Sucede cuando se combinan los síntomas de incontinencia urinaria de esfuerzo y de incontinencia urinaria de urgencia.

Cómo abordar las alteraciones urinarias

  • Adoptar hábitos de vida saludables: perder peso, comer dieta mediterránea, reducir el consumo de cafeína o alcohol, ajustar la ingesta de líquidos en el horario diurno y reducirla al final de la tarde, evitar el estreñimiento y el esfuerzo al defecar, dejar de fumar y aumentar la actividad física.
  • Tratamiento farmacológico: los fármacos anticolinérgicos o los agonistas adrenérgicos ß3 son los más adecuados para paliar los síntomas relacionados con la vejiga hiperactiva. Pueden reducir la urgencia miccional y la incontinencia urinaria, pero hay que tener en cuenta que puede aparecer efectos secundarios (sequedad de boca, estreñimiento, arritmias cardíacas, hipertensión arterial ...), por lo que será el médico quién los prescribirá.
  • Tratamiento quirúrgico: después de recibir el tratamiento, es posible que la incontinencia de orina le aparezca. Su recuperación es progresiva y tiende a resolverse. Después de un año de la cirugía, el urólogo valorará la posibilidad de reparar quirúrgicamente esta función, así como el tipo y grado de incontinencia urinaria residual.

    El esfínter artificial urinario constituye el tratamiento de referencia para la incontinencia urinaria grave tras una prostatectomía radical. Consiste en una prótesis, un dispositivo inflable (manguito) que se coloca alrededor de la uretra (como un anillo) y la comprime para evitar que la orina se escape. Cuando se tienen ganas de orinar, el manguito se desinfla mediante una pequeña bomba alojada en el escroto, junto al testículo.

    Las bandas o cintas suburetral son dispositivos que requieren una cirugía poco invasiva para el paciente y consisten en unas cintas de tejido mallado que se ponen debajo de la uretra y la van recolocando hasta situarla en su posición anatómica inicial, o bien ejercen cierta presión que consigue que la uretra permanezca cerrada mientras no se está orinando. Resultan muy beneficiosas en casos de incontinencia urinaria leve a moderada.
  • Fisioterapia del suelo pélvico. El objetivo es tanto evaluar cómo tratar las disfunciones relacionadas con la pelvis y el periné. Se ha demostrado que el entrenamiento de la musculatura del suelo pélvico acelera el tiempo de recuperación y el restablecimiento de la continencia. Después de la cirugía, se pueden empezar a practicar los ejercicios una vez retirada la sonda vesical.