• Dieta. Si el niño come alimentos con alto contenido calórico, puede aumentar de peso. Los dulces, los postres, bebidas azucaradas, comida rápida, procesados, etc.
• Falta de ejercicio. Los niños que no hacen mucho ejercicio tienen más probabilidades de aumentar de peso porque no queman muchas calorías. También contribuye al problema, pasar demasiado tiempo dedicado a actividades sedentarias, como mirar televisión o jugar con videojuegos.
• Factores hereditarios. Si tu hijo proviene de una familia de personas con sobrepeso, es más probable que suba de peso. Esto es especialmente habitual en un entorno donde siempre hay alimentos disponibles que son ricos en calorías y no se fomenta la actividad física.
• Factores psicológicos. El estrés personal, parental y familiar puede aumentar el riesgo de un niño de padecer obesidad. Algunos niños comen en exceso para enfrentar los problemas o para lidiar con las emociones, como el estrés, o para combatir el aburrimiento. Sus padres pueden presentar tendencias similares.
• Factores socioeconómicos. Las personas de algunas comunidades tienen recursos limitados y acceso limitado a los alimentos frescos. Como resultado, es posible que compren comidas semipreparadas que no caducan en un corto período de tiempo.

Prevención:

Si un niño tiene riesgo de sobrepeso o si tiene un peso saludable, se puede adoptar medidas para corregirlo o mantenerlo en el camino correcto.

• Limitar la cantidad de bebidas azucaradas que toma, o evitarlo por completo.
• Darle muchas frutas y verduras.
• Comer en familia tanto como sea posible, sin hacer uso de aparatos electrónicos.
• Limitar la cantidad de veces que se come en restaurantes de comida rápida; cuando se produzca, enseñar al niño a elegir las opciones saludables.
• Adaptar los tamaños de las porciones según la edad.
• Promocionar la actividad física. Hacer ejercicio con la familia.
• Limitar las horas delante de la televisión o en una pantalla a menos de 2 horas al día.
• Asegurar las horas de dormir necesarias.