1 de junio de 2022 - Información general
La Dra. Judith Villar reflexiona, en un editorial en la revista Archivos de Prevención de Riesgos Laborales, sobre el deber ético dentro de la praxis profesional de los profesionales sanitarios ante la vacunación.
¿Puede un bombero tener miedo al fuego? Esta es la reflexión que desarrolla la Dra. Judit Villar, médica adjunta del Servicio de Enfermedades Infecciosas y coordinadora de la Unidad de Salud Internacional del Hospital del Mar, en una editorial que acaba de publicar la revista Archivos de Prevención de Riesgos Laborales donde analiza los diferentes motivos que llevan a los profesionales sanitarios a no vacunarse.
La Dra. Judit Villar
La Organización Mundial de la Salud califica la indecisión ante las vacunas como uno de los diez problemas más graves que amenazan la salud pública mundial. Los sanitarios no se libran. En septiembre de 2021, todavía había un 7% que no se había vacunado contra la COVID-19. Y un 30% de los trabajadores sanitarios no se ha vacunado de la gripe, cifras que, en la etapa anterior a la pandemia llegaban al 60%. Una situación que la Dra. Villar considera que "no solo pone en riesgo su propia seguridad, la de los pacientes y la de sus compañeros de trabajo". Argumentar que con las medidas de protección habituales hay suficiente, deja de lado, según la autora, un elemento muy relevante, "la enorme responsabilidad que tienen estos profesionales como 'referentes' de la salud, o, en otras palabras, el ejemplo que dan cuando deciden no vacunarse".
"El sanitario, como ser humano, tiene derecho a tener miedo", reconoce la autora. Pero este profesional tiene una responsabilidad específica sobre lo que dice y cómo actúa cuando lo hace como referente de la salud, como figura de conocimiento dentro de la praxis, por su trabajo en un servicio público. "Los sanitarios no vacunados pasan de ser un problema meramente epidemiológico (...) a un problema sociológico y difícilmente cuantificable". No nos podemos cerrar al debate, que es legítimo, pero siempre en el marco científico. "Lo que deteriora más la confianza institucional es que una persona referente en el ámbito de la salud exprese dudas fuera de un entorno científico", destaca la Dra. Villar.
Los científicos y profesionales sanitarios tienen una gran influencia en la sociedad. Una parte creciente del trabajo de los médicos y médicas de atención primaria es desactivar falsas creencias (el 86% han atendido a pacientes preocupados por falsas noticias sobre la COVID-19). "Pero es todavía más grave que la desinformación provenga de una persona considerada competente culturalmente en el ámbito de la salud", dice la especialista en enfermedades infecciosas, que también concluye que, en el caso de la vacunación, el impacto de estos casos sobre la salud pública "es mucho más grande, al generar desconfianza hacia las recomendaciones de las instituciones dedicadas a protegerla".
La Dra. Villar aplica el ejemplo de los bomberos que no se pueden mostrar dubitativos dentro de la praxis profesional, al menos públicamente. Pero en unos tiempos de máximo acceso a la información las noticias falsas, los rumores y los miedos han puesto palos en les ruedas en las campañas de vacunación, també entre los sanitarios. En este campo, el papel de los profesionales de la salud es vital.
Con más de 5.000 millones de personas vacunadas en el mundo, su indudable eficacia para el control de la pandemia y la constatación que el 90% de los posibles efectos adversos aparecen en el primer mes después de la vacunación, "las dudas tendrían que haber perdido protagonismo". A parte que los temidos efectos a largo plazo que algunos argumentan para no vacunarse no tienen ninguna base científica, sobre todo si se tiene en cuenta que, en el colectivo de los sanitarios, el más reticente es el de las mujeres jóvenes, que son las que se ven más afectadas por la llamada COVID persistente, aunque solo hayan sufrido la enfermedad de forma leve. Y teniendo en cuenta que estas secuelas son mucho menos frecuentes en personas vacunadas. La Dra. Villar tampoco cree justificable no vacunarse por indiferencia, uno de los principales motivos de las tasas preocupantemente bajas de vacunación antigripal entre los sanitarios. "No parece ético que la indiferencia hacia una enfermedad sea el motivo principal de no vacunarse. Las actuaciones de un sanitario siempre tienen que ir dirigidas a buscar lo mejor para el paciente, en todos los aspectos", y esto incluye no convertirse en un factor de riesgo de contagio para él.
¿Los sanitarios pueden tener dudas? Sí. "Pero es su responsabilidad intentar resolverlas acercándose a las fuentes adecuadas antes de tomar una decisión con consecuencias que van más allá del riesgo que asumen individualmente", explica Judit Villar. Y también lo es proteger a los pacientes de sus vacilaciones.
Villar-García, J. (2022) «Sobre los bomberos a los que les daba miedo el fuego», Archivos de Prevención de Riesgos Laborales, 25(2), pp. 80-85. doi: 10.12961/aprl.2022.25.02.01.
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