12 de abril de 2018 - Notas de prensa
Investigadores del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas y del Hospital del Mar han identificado un biomarcador que facilita el diagnóstico del Síndrome de Sézary, un tipo de linfoma de células T que se inicia en la piel. La investigación también abre la puerta a desarrollar nuevos tratamientos para esta patología, que ahora es prácticamente incurable en los estadios avanzados. El Síndrome de Sézary está considerada una enfermedad rara. Es el subtipo más agresivo entre los linfomas cutáneos de células T. Este tipo de linfoma supone alrededor de 1-3 casos nuevos por cada 100.000 habitantes/año.
Un estudio liderado conjuntamente por investigadores del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) y del Hospital del Mar, ha revelado la importancia de la proteína quinasa TAK1 en el diagnóstico de una enfermedad rara, la conocida como Síndrome de Sézary. Se trata de un subtipo de linfoma cutáneo de células T, para el cual no hay tratamiento curativo. El trabajo lo publica la revista Leukemia, y es fruto de la interacción entre dos de los grupos básicos de investigación del IMIM, el de Mecanismos moleculares del cáncer y de las células madre, dirigido por el Dr. Lluís Espinosa, investigador principal del estudio y miembro de CIBERONC, y el Grupo de investigación translacional en neoplasias hematológicas, en el cual participa el Dr. Fernando Gallardo, primer firmante del artículo y que también es jefe de sección del Servicio de Dermatología del Hospital del Mar. También ha contado con la colaboración de investigadores del IRB y del IDIBAPS, así como de patólogos del Servicio de Anatomía Patológica del Hospital del Mar.
Los investigadores han podido certificar, primero en modelos in vivo, en ratones y después con muestras de pacientes, que esta proteína, que ya se sabe que es esencial en el desarrollo de los linfomas de células B, está también activada en el Síndrome de Sézary. Además, han identificado los residuos de la proteína TAK1, que son importantes para su actividad.
Con los nuevos resultados, los investigadores aseguran que ya se dispone de un biomarcador que facilita el diagnóstico de la enfermedad. A la vez, como apunta el Dr. Espinosa, se abre la puerta a encontrar un tratamiento. "Es interesante que la proteína TAK1, cuando está activada, también induce diversas vías protumorogénicas, como la vía NF-ĸB y β-catenina, que también pueden ser un objetivo terapéutico en determinados tumores", explica. En este sentido, "el biomarcador identifica y ayuda a diagnosticar y a estratificar a los pacientes que se podrán tratar con los inhibidores de estas vías", una posibilidad que todavía está pendiente de más estudios. A la vez, también se analizará la posibilidad de aplicar este tratamiento a otros tipos de tumores.
El Dr. Fernando Gallardo ha destacado la importancia de los resultados del estudio para un grupo de pacientes afectados por una "enfermedad que se puede considerar rara". Explica que "se trata de un tipo de linfoma muy agresivo, sin otro tratamiento curativo que el trasplante alogénico de medula ósea o bien quimioterapia paliativa". Por tanto, abrir esta puerta para el diagnóstico y el posible tratamiento es una "gran noticia para estos pacientes", explica. Además, el Dr. Gallardo ha querido destacar que "es una enfermedad muy heterogénea desde el punto de vista genético y, por esto, es tan importante encontrar nuevos biomarcadores que puedan identificarla". A pesar de ello, todavía se está evaluando la posible aplicación clínica de estos descubrimientos utilizando nuevos modelos in vivo a partir de muestras tumorales de los pacientes.
Se trata de un subtipo de linfoma cutáneo de células T (que tienen una incidencia global de 1-3 casos nuevos por 100.000 habitantes/año) y uno de los más agresivos. Afecta sobre todo a personas a partir de los 50-60 años y, en estos momentos, no hay ningún tratamiento curativo efectivo. La única alternativa, en los pacientes más jóvenes es el trasplante alogénico de medula ósea (que tiene una mortalidad de entre el 20 y el 25%), y la supervivencia media es de menos de 5 años. Su seguimiento se hace de forma conjunta entre los dermatólogos y los hematólogos.
Gallardo F, Bertran J, López-Arribillaga E, González J, Menéndez S, Sánchez I, Colomo L, Iglesias M, Garrido M, Santamaría-Babí LF, Torres F, Pujol RM, Bigas A, Espinosa L. Novel phosphorylated TAK1 species with functional impact on NF-κB and β-catenin signaling in human Cutaneous T-cell lymphoma. Leukemia. 2018 Feb 22. doi: 10.1038/s41375-018-0066-4.
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